Almedinilla: «Hypnos versus Somnus»

Hypnos Somnus,  es igual, ambas palabras se quedan grabadas en el estrato feliz de la memoria de adultos y adolescentes, de profesores y alumnos. Para estos últimos, además,  a partir de esta visita, algo cambia cuando llega la hora de dar clase de latín ( aquí se enciende una bombillita en la cabeza de mis alumnos: ¡están pensando que exagero un mucho…!), porque resulta que, por el arte y buen hacer de unos pocos,  han experimentado por un día que la cultura romana está viva, forma parte de nuestra propia cultura reciente y puede sorprendernos en parajes tan desconocidos, inauditos y hermosos como el entorno geográfico de este pequeño municipio, que apenas alcanza los tres mil habitantes, en la Subbética cordobesa: Almedinilla.

Es importante que contagiemos a nuestros discípulos y discípulas de la admiración y el interés que sentimos los docentes de clásicas por la cultura y la lengua  de que tratamos  en clase, nuestro mundo pretérito y pluscuamperfecto, tanto que sus raíces son inseparables e indivisibles de nuestro presente, aún más, son el  binóculo oracular que prevé el futuro, si sabes mirar a través de estas lentes, porque el conocimiento del pasado debe servirnos para anticiparnos al futuro.

Toda esta retahíla me sirve para abrir boca y contaros la última actividad en la que me he embarcado con mis alumnos de Humanidades. Para la ocasión, mi querido colega de latín y yo nos hermanamos con dos compañeras de otro centro de Almería y con sus alumnos de Bachillerato y la ESO. La propuesta era más que motivadora; el resultado de la actividad entusiasmó a todos.

La visita puede desarrollarse en un día, ahora bien, es preciso que todo esté perfectamente coordinado y que los visitantes sean capaces de llevar el ritmo que impone la organización del lugar.  Nuestros jóvenes acompañantes estuvieron a la altura, pero nuestras mayores felicitaciones se las enviamos desde aquí a nuestro cicerone, Emilio, a los monitores y ayudantes del taller de mosaicos, a los cocineros, a los magníficos y entregados actores de pantomima; también, como no,  a nuestra persona de contacto, encargada de informarnos, enviarnos el presupuesto, recibirnos, guiarnos y actuar durante el banquete romano… A todos ellos:  maximas gratias vobis agimusdesde Vera y Almería.

Después de unas tres horas de viaje,  circulando por las provincias de Almería, Granada y Jaén, llegamos al límite oriental de la provincia cordobesa, no muy lejos de Priego de Córdoba y bastante cerca de la monumental Alcalá la Real.

Tras ser recibidos por los coordinadores, primero visitamos el Centro de Recepción, donde están expuestos algunos de los hallazgos encontrados en el Cerro de la Cruz, emplazamiento de un yacimiento ibero de reconocida importancia en el territorio nacional.

Asimismo, pudimos leer los paneles explicativos alusivos a distintos aspectos  importantes de la romanización de Hispania, en general, y la Bética en particular.

A escasos metros del Centro de Recepción accedimos al yacimiento romano de la villa de El Ruedo, un recinto de arquitectura singular que, en su origen, habría sido una villa rustica, pero que, más adelante, se convirtió en una especie de centro de curación presidido por el dios Sueño. En el yacimiento pueden verse los restos recuperados de estancias tales como los cubicula, la culina, una pequeña therma (que deja al descubierto parte del hypocausto) o el original triclinium, con la zona del lecho construida en forma semicircular con un remate central que seguramente tendría un surtidor de agua procedente de una vistosa cascada realizada sobre la pared del fondo de la estancia, sobre cuya parte alta se erigiría la escultura del dios Somnus.


Nuestro cicerone llamó nuestra  atención sobre la singular relación que puede establecerse, mutatis mutandi, entre la actividad desarrollada en esta especie de santuario-sanatorio y la tradicional existencia de santeros o curanderos que, durante muchos años, y hasta hace poco, se ha dado en esta parte de la geografía de la Subbética (los habitantes de estos pueblos cordobeses y giennenses aún recuerdan nombres como los de el  «santo Custodio» o el «santo Manuel»).

Las estancias principales conservan gran parte de los mosaicos que adornaban la solería; también se han podido reconstruir algunos frescos de las paredes.

El recorrido permite ver restos de canalizaciones de agua, un horno y algunos metros cuadrados excavados de la extensa necrópolis que albergaría numerosos restos de personas que peregrinaran allí por motivos de salud y murieran, así como de habitantes del lugar y personas encargadas de regir y mantener el centro.

Subiendo hacia la parte alta del pueblo, llegamos al edificio destinado a reuniones, convenciones y talleres.  Allí estaban todas las mesas preparadas para poner a prueba  la paciencia y el arte de nuestros alumnos en la elaboración de su primer mosaico. En escasos minutos  el recinto se convirtió en una magnífica officina musiva; en  tiempo  récord todos habían finalizado  su obra de arte romano: sólo faltaba que fraguara el yeso.

Entretanto, nos acercamos al Museo Histórico-Arqueológico,  sito a escasos metros de aquel recinto, subiendo por un amplio sendero, semejante a una calzada romana, y flanqueado por lozanos cipreses. El museo alberga varias exposiciones, pequeñas, pero muy ilustrativas: los aperos e instrumentos de una almazara romana; el modo de producción de aceite en época romana; los cambios sufridos por el ecosistema del lugar por causas humanas. De especial interés son los restos  hallados en el Cerro de la Cruz: falcatas, telares, vasos, lugares de enterramiento… En la planta superior descubrimos las piezas más importantes descubiertas en el emplazamiento de época romana. Quedamos sorprendidos por la escultura en bronce de Hermafrodito y, sobre todo, por la espectacular escultura del dios Hypnos, ambas conservadas casi en perfecto estado por avatares del destino.

Tras recoger las pequeñas obras musivarias, el hambre , la curiosidad y la pronunciada pendiente de las calles condujeron nuestros alados pasos  hasta el lugar de celebración del banquete romano.

De repente, la luz se hizo penumbra, el olor a campo se transformó en un universo de olores nuevos, que, junto con la música y la luz tenue producida por las lucernas, consiguieron transportarnos a un lugar nuevo, a la vez que antiguo, a una gran sala, digna de la domus de Apicio: un gran triclinio con  largas mesas rectangulares dispuestas en forma de U, vestidas todas con telas de color púrpura, y adornadas con ramos de yedra, como corresponde a un banquete romano. El centro de la amplia estancia quedaba libre para el devenir de los actores y esclavos del servicio; el fondo de la estancia, a imitación del triclinio de la villa romana, albergaba una especie de podio con escaleras rematado con un cortinaje, tras el que luego vislumbraríamos la silueta del dios Somnus. Algunos lechos adornados con pieles y cojines nos invitaban a echarnos para posar ante la cámara digital.

La comida y la bebida gustaron en general, pero la gustatio, la prima mensa, la caput cenae, la secunda mensa y el potus pasaban a un segundo plano cada vez que entraba en escena un actor. Fuimos recibidos por un amable anfitrión, sus esclavas nos coronaron con laurel y nos ungieron con esencia de rosas. Ante nosotros se manifestó el dios Hypnos. Sátiros y ninfas convirtieron a una de nuestras alumnas en una hermosa ménade, y a uno de nuestros alumnos lo metamorfosearon en el dios Baco. Pusieron en escena una pantomima del mito de Hermafrodito. El banquete se cerró con baile conjunto de todos los asistentes… La puesta en escena, el atrezo, el montaje musical, los efectos especiales: todo parece estar en manos de expertos profesionales del arte escénico, sin embargo, la mayoría de los actores son aficionados entusiasmados con lo que hacen.

El  colofón de nuestra visita a Almedinilla, la katharsis vivida en el banquete,  fue la guinda de la excursión.

Sin duda, la actividad es digna de ser institucionalizada en cualquier centro de secundaria. Insisto en mi agradecimiento y felicitación a todo el equipo humano que hace posible este  singular acercamiento  a nuestro pasado romano en su pequeño oasis cultural.

Y a ti, lector paciente,  que has llegado hasta el final de estas líneas, seas profesor o estudiante, de humanidades puras o ciencias puras,  te invito a conocer a este Hypnos hispano en su propio entorno: no quedarás  defraudado.

Nota bene: si queréis ver otros hermosos ejemplos del arte del mosaico romano, os invito a ver mi colección de fotografías pinchando en el lateral derecho del blog en  «more photos»,  debajo  de fotos clásicas.